domingo, 25 de marzo de 2012

Novela de niñez de Emilia Pardo Bazán: "Aficiones peligrosas"

Emilia Pardo Bazán 

Editada al completo una novela de niñez de Emilia Pardo Bazán

'Aficiones peligrosas', escrita a los 13 años, se publicó por entregas en 1866

La novela trata el tema de los derechos de la mujer y el papel de la literatura en la moral

 
De jovencita, casi una niña, Emilia Pardo Bazán ya había comenzado escribir. Aunque ya se conocían extractos de una obra temprana, esta se puede observar a partir de hoy en su totalidad: la Fundación Lázaro Galdiano, dedicada a la preservación del patrimonio español, ha presentado esta mañana la novela Aficiones Peligrosas, que la escritora gallega (1851-1921), autora de Los Pazos de Ulloa o La madre naturaleza, redactó cuando tenía 13 años.

Del manuscrito autógrafo, que fue hallado por partes en la biblioteca de la fundación que lo ha presentado, y que ha sido reconstruido y ordenado, emana la idea del derecho a la mujer a formarse y a ser creadora, que la escritora fue capaz de desarrollar y plasmar a tan corta edad. “Es sorprendente: escribe muy bien, tiene imaginación, mantiene el hilo conductor…Y además hace reflexiones que no son propias de su edad, como esta del papel de la literata”, explica Juan Antonio Yebes, el director de la Biblioteca Lázaro Galdiano.

   

El leitmotiv de la novela, reconocida como la primera en la dedicatoria de la autora, versa sobre el papel de la lectura en la formación de las personas. “Habla de que hay que leer libros edificantes, y de cómo te puede transformar una literatura no conveniente”, añade Yebes. “En general, los temas que trata aquí los tratará en su obra posterior”, añade el director de la biblioteca. 

La novela está estructurada en diez capítulos además de un epílogo, de los que ya se habían editado los dos primeros y parte del tercero, cuarto y quinto.La obra, que fue originalmente publicada por entregas en el periódico El Progreso de Pontevedra en el año 1866, y que hoy coeditan la Fundación Lázaro Galdiano, Analecta y la Casa de Emilia Pardo Bazán, fue rescatada parcialmente en 1989 por Juan Paredes Núñez. El mecenas José Lázaro Galdiano, editor y amigo de la literata, no publicó la obra completa en su momento, pero sí conservó la obra entre su colección, gracias a lo que se ha podido reconstruir la imagen del precoz talento de Pardo Bazán.
“Lázaro era un apasionado de los autógrafos, por eso le pidió a Pardo Bazán unos manuscritos”, explica el director de la biblioteca de la fundación. Además de esta novela, entre los alrededor de “80 o 90.000 documentos” que atesora la institución, se encuentran también otros de la escritora coruñesa, como correspondencia y, sobre todo, textos poéticos, “la mayoría probablemente de antes de que cumpliera los 20 años”, junto a otros de diferentes autores sobre todo del siglo XIX, aunque también de los siglos XVIII y XVII.
Además de su valor literario, Aficiones Peligrosas aporta también un interés documental, al mostrar las correcciones y los fallos ortográficos ocurridos durante el proceso creativo. “El texto es de gran provecho para los especialistas en Emilia Pardo Bazán, pero también para los lectores”, añade Yebes.
Aficiones peligrosas, además de sumar un título a la bibliografía de la escritora gallega, sirve también de introducción a la colección Textos inéditos y olvidados, un compendio de los textos más desconocidos que alberga la Biblioteca de la Fundación Lázaro Galdiano, y que incluyen obras de creación, ensayos o estudios de carácter histórico.

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Emilita Pardo Bazán, escritora novel

La Fundación Lázaro Galdiano recupera en una edición la primera novela de la autora gallega, Aficiones peligrosas, que escribió a los 13 años

MARTA CABALLERO | Publicado el 22/03/2012





Doña Emilia Pardo Bazán tuvo una vez 13 años. En 1865 era una preadolescente con las inquietudes propias de su edad, embriagada de romanticismo y hormonas, como todos, pero con una exquisita formación cultural, la propia de una niña bien de una ciudad periférica aunque de vitalidad intelectual como lo era La Coruña a mediados del siglo XIX. Por eso a tan temprana edad, a una edad hoy impensable, rechazadas las lecciones de piano y cocina y centrada en la lectura, publicó su primera novela y su primera declaración de intenciones, Aficiones peligrosas. Es este un texto en el que hay tópicos ("cabellos negro azabache", "mujer de recto perfil griego") y una escritura inocente que se deja caer por las pasiones amorosas, pero en el que también se adivina una personalidad en constante cuestionamiento y una mirada inteligente proyectada sobre el mundo que rodea a una púber que conoce las ventajas de la lectura, pero también los riesgos.

Y dice la ya moralizante Emilia: "Algunas veces he reflexionado que la educación, que es una lima, puede ser muchas veces un aguijón que excite los instintos malos que en más o menos cantidad residen como un sedimento venenoso en el fondo del corazón del hombre".

Estas palabras suyas se publicaron en el periódico El progreso de Pontevedra -del que no se conserva ninguna colección completa- para, posteriormente, ser custodiadas con celo por la autora, que no quiso que volvieran a ver la luz. Así fue hasta 1898, momento en el que se las entregó -resignada y "por santa obediencia"- a un insistente José Lázaro Galdiano, que siempre mostró predilección por los autógrafos de personajes ilustres y con el que la gallega había tenido una relación convertida ya entonces en una fértil amistad a través de colaboraciones. Reorganizadas y sometidas a estudio, las 76 páginas de este librito se publican ahora por primera vez gracias a la edición que ha preparado la Fundación Lázaro Galdiano junto a la editorial Analecta y la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán.

Al margen de la importancia que tiene para el estudio de la obra completa de un autor, la novela se presenta como un relato interesante y accesible para todo tipo de público, por la ya ostensible capacidad de Pardo Bazán para crear personajes y ambientes y por su forma de convertir las dudas que asaltan a una joven de su edad en materia novelesca. Pero, al margen de estos asuntos y de otros como la casi entrañable idealización de las pasiones elementales, contiene la obra una interesante reflexión sobre la importancia de la literatura, según apunta Jesús Rubio, catedrático de la Universidad de Zaragoza, quien ha participado hoy en la presentación del relato.




El manuscrito, hoy exhibido en la Fundación por el director de su Biblioteca, Juan Antonio Yeves, forma parte de un conjunto de documentos de Pardo Bazán que se conservan en esta institución. A pesar de figurar en el catálogo del archivo y de haber dado noticia de él en El álbum de los amigos: templo de trofeos y repertorio de vanidad, un libro editado en 2010, la novela no había llamado la atención de estudiosos e investigadores hasta la presente edición, que cuenta con un estudio preliminar de Araceli Herrero Figueroa, quien señala que el volumen anticipa "temas, subtemas y motivos que veremos desarrollarse con más cuidado y resalte en la narrativa posterior".

Asimismo, la estudiosa confirma que Aficiones peligrosas "debe incardinarse en el momento de creación, remitirse incluso a aquellos años centrales del siglo XIX y ubicando a su autora junto a creadoras como Carolina Coronado, Gertrudis Gómez de Avellaneda y especialmente Fernán Caballero. En suma, habría que trazar un panorama en la historia de la lectora femenina o 'literata' del periodo isabelino y situar en él a la joven Emilia Pardo Bazán, con este texto primerizo, al lado de aquellas mujeres que, con gran esfuerzo, contribuyeron decisivamente a la visibilidad social de la mujer de letras".

Otro aspecto que aparece en Aficiones peligrosas es "la reivindicación de la "literata", la denuncia de su discriminación y "ninguneo" en el que la autora insistirá a lo largo de su vida, ya como profesional de las letras, como periodista o como escritora de ficción". Concluye afirmando Herrero que "pese al carácter de texto primerizo que la novela presenta, como escrito por una muy precoz joven adolescente, debemos recalcar el interés de esta edición completa de Aficiones peligrosasun texto representativo de una época en la cual se va a operar el proceso de feminización de la lectura literaria y la profesionalización de la mujer de letras, de la que será magnífica representante doña Emilia, mujer escritora y sin duda uno de los más destacados valores de la narrativa hispánica". 

Breve pasaje del libro

Capítulo séptimo
En donde se da cuenta de lo bien que les viene a dos amantes el que un gato bien educado respete un salmonete al alcance de su pata.

Seguramente, querido lector, que más de una vez, al leer las serias reflexiones y las morales ideas que encierra mi novela, habrás formado en tu mente mi retrato, como una vieja amarilla, arrugada y seria con un par de gafas verdes sobre sus puntiagudas narices y enterrada entre una profusión de antiguos manuscritos. Pues a pesar del cariño que experimento hacia ti, me veo en la precisión de decirte que te has equivocado. Yo voy a cumplir quince años, y aún no toca mi traje al suelo, ni he puesto mantilla (excepto para confesarme). Dicho esto, supondrás que no soy amarilla ni arrugada, y que detesto las gafas verdes; y en cuanto a los antiguos manuscritos, tan lejos de agradarme su polvo, busco siempre para escribir un lugar desde donde se vea el cielo, el campo y las flores y con frecuencia, después de haber tratado una gran cuestión moral, juego alegremente al escondite con mis amigas, o canto: Yo soy la viudita, etc.

Todo esto te lo cuento (aunque nada te importa) para que dispenses, en gracia a mis pocos años, las numerosas faltas que debo cometer al describir un mundo que no he visto, y pasiones que nunca he experimentado, y no hagas como otros, que en vez de animar mi temprana inspiración, tratan de cortarme las alas con las tijeras de unos anónimos escritos en mal verso y peor ortografía, como verbigracia, ahí va una muestrita:

Degalas Musas
Paralos sabios locos y Henamorados
Y tu querida
Nocomponjas gamas sino gisados

Al menos tú, lector, si me quisieses dirigir una advertencia amistosa, lo harías con buena ortografía, y en un lenguaje más discreto que este aborto de las musas. Yo al menos así lo creo.

Hecha esta advertencia, dejaré a los jóvenes esposos gozar tranquilamente de su luna de miel, que tiempo tengo de volverlos a hallar, y te llevaré al lado de Rogerio, que es el que por ahora interesa a nuestra fábula.

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